27.11.10

'Sores' del Convento M. Auxiliadora 7

Después de los bastonazos recibidos por la reencarnación de Bruce Lee en monja, me dirigí a la cocina a por unos hielos para ponerme en la cabeza, la cual me latía como si me fuese a explorar. 

Al abrir la puerta casi se me cae encima, media cocina. De las paredes, del techo y casi de todo el espacio de la habitación, colgaban o se apilaban: sartenes, potas, cacerolas, cazuelas, hornillos, cazos, platos, bandejas y demás utensilios de cocina, sin dejar espacio útil en la sala. Entre tanto aparejo, habitaba en perfecta armonía, una monja oronda, de cara risueña y de grandes mofletes sonrosados; que se movía entre tanto apilamiento como un ratoncillo en campo abierto. Sin rozar una sartén, sorteando cuchillos y bandejas, llego hasta mi, con un paño lleno de hielos, cuando yo sólo con abrir la puerta ya había tirado 5 cazuelas. Sin darme cuenta, la hermana cocinera ya estaba en la otra punta de la cocina amasando, para hacer el pan y la bollería del desayuno. Mientras descansaba de los golpes sentado al lado de una mesa de mármol, la cual en algún momento estuvo lisa, observaba como con gracia y arte, la monja hacía los panes y bollos, me maravilló con cuanto esmero empapaba las brochas en el aceite para impregnar la masa y con que delicadeza con un cuchillo les hacía marcas y surcos a los panes crudos. 
Cuando llevaba 5 panes y 13 bollos, un ataque de hiperactividad atrapó a la hermana haciendo que la gracia y la suavidad se convirtieran en 'flahses' apenas perceptibles por el ojo humano. En cinco minutos había triplicado la producción de panes y bollos, sin bajar la calidad y la belleza de cada obra que salía de sus manos, al contrario; cada nuevo alimento que aparecía en la mesa era mejor que el anterior, en diez minutos la monja era un haz de luz, del cual salían ordenadamente cientos de panes, bollos de leche, 'cruasanes', roscas, rosquillas y magdalenas. 

Cuando los hielos se habían derretido ya y sólo sujetaba el trapo húmedo sobre mi frente absorto en el espectáculo de producción de la monja. Esta, paró. Me miró y me dijo: Hijo, el trapo solo no baja la hinchazón, ¿Quiere más hielo?. Yo que aun estaba impactado por la cantidad de panes y bollos que había entre la monja y un servidor, los cuales casi no me permitían ver a la hermana en su totalidad, le contesté que no, que ya me encontraba mejor y que me iba a la cama a descansar. Cuando salía de la cocina me encontré con Sor.Tija que estaba buscándome para preguntarme que tal me encontraba. Yo le hablé de lo impresionado que me había dejado la cocinera. Ella me contestó, que Sor.Olla es una artista de la repostería, que cuando empieza a crear no puede parar, llegando a hornear miles de panes al día y otros tantos de bollería varia, que luego se da a los habitantes de la comarca.


1 comentario:

nines dijo...

sigue dando que decir este conventor